jueves, 22 de diciembre de 2016

Una madrina de guerra para Fidel

Hace muchos años escuché hablar sobre las madrinas de guerra, surgieron durante la Primera Guerra Mundial, y durante la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, tuvieron un papel muy importante, para mantener el ánimo de los que estaban en el frente.
Las madrinas de guerra eran jóvenes que enviaban cartas a aquellos que estaban en el frente y no tenían familia o nadie con quien cartearse. Se comprobó que aquellos que recibían correspondencia periódicamente tenían un ánimo diferente a aquellos que no la recibían.

Durante la Guerra Civil, eran las jóvenes de la llamada Sección Femenina las que se ofrecían como voluntarias para escribir a estos jóvenes, otras veces eran ellos, quienes reclamaban a través de anuncios en los periódicos de la época, mantener correspondencia con jóvenes femeninas.

En la mayoría de los casos esta relación no pasaba de ser sólo eso, mera compañía e intercambio de cartas, a veces también las madrinas enviaban tabaco, mantas, algún jersey a sus ahijados, muchos de ellos no llegaron nunca a conocerse, una vez terminada la guerra.

Hoy he conocido la historia de Adela y Fidel, una madrina de guerra y su ahijado, una historia que a pesar de todos los inconvenientes y los kilómetros y años de distancia, se convirtió en una preciosa historia de amor, que duró hasta que ambos murieron hace algunos años.

Fidel luchaba en el bando republicano, era huérfano y se alistó para luchar en la guerra, Adela por el contrario era hija de una familia del bando contrario, los sublevados, los auto denominados nacionales.

Adela respondió a un mensaje que encontró en el periódico ABC, en uno de esos días de guerra, comenzaron a cartearse y lo que comenzó siendo una labor social y casi de caridad, se transformó en algo más, poco a poco los sentimientos en aquellas cartas fueron aflorando, y las cartas eran casi diarias.

Los tres años de guerra no pudieron con el aquel amor, Adela como otras muchas madrinas hizo su propia insignia para que su ahijado Fidel la llevara siempre prendida en su uniforme.

Casi tres años de cartas, de promesas y declaraciones de intenciones, se hacían realidad el día 2 de abril de 1939. 
Justo un día después del término de esta guerra, Fidel viajaba hasta Zaragoza la ciudad donde su madrina y amada le esperaba.
 Ese mismo día le pedía matrimonio, a los pocos meses se casaban sin el consentimiento familiar de Adela, debido a las diferencias políticas de su padre con su amado.
El destino les trajo hasta Extremadura, aquí formaron su hogar y su familia, ellos ya no están, pero alguien muy cercano a ellos me ha contado esta historia, que me ha pedido que cuente y comparta.


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