viernes, 22 de diciembre de 2017

El abuelo Orlando

El abuelo Orlando era un hombre de costumbres y cuando llegaba el 22 de diciembre, dejaba todos sus quehaceres diarios para escuchar en la vieja radio el sorteo de la lotería de Navidad, apuntaba uno a uno todos los números de los premios importantes en un papel que había dejado preparado, junto a  un lapicero, la noche anterior.
Cuando terminaba el sorteo se vestía con su traje de los domingos y cubría su cabeza con un sombrero de ala ancha, ese que lucia solo en las grandes ocasiones.
Entonces salía de casa con varios sobres, en los que previamente había depositado algo de dinero y visitaba una a una las casas de cada uno de sus hijos, para dar el aguinaldo a todos los nietos.
Hasta que el abuelo no nos daba aquel sobre no éramos conscientes de que la Navidad estaba más cerca que lejos.
Ese mismo día, por la tarde, la abuela Clara preparaba merienda en casa y entre todos colocábamos el árbol de Navidad y el portal de Belén. 
Yo, la más pequeña de todos, era la encargada de poner la estrella en lo alto del árbol, subida a los hombros del abuelo Orlando; después la abuela Clara y él colocaban al Niño Jesús en el pesebre, sin duda, ese era uno de los mejores días de las fiestas navideñas.


Recuerdo una Navidad en las que nos visitó el tío Adrián, el hermano pequeño del abuelo Orlando.
El tío Adrián se había marchado a América, unos años atrás, en busca de un futuro mejor.
Aquella Navidad descubrimos a Santa Claus, un señor muy anciano, con una larga barba blanca y vestido de rojo, que dejaba dulces y golosinas en unos calcetines que colgaban de la chimenea.
El tío Adrián había traído calcetines para todos, incluso con nuestros nombres bordados.
Durante la cena de Nochebuena, el tío nos contó que Santa Claus entraría aquella noche,  por la chimenea del salón, para llenar nuestros calcetines con golosinas, mientras todos dormíamos, y que si escuchábamos algún ruido deberíamos quedarnos quietos en nuestras camas y seguir durmiendo.
A la mañana siguiente todos los calcetines estaban llenos de dulces y caramelos, pero no había ni rastro del tío Adrián, nunca más volvimos a verlo, pero Santa Claus siguió visitándonos cada Nochebuena.


Las Nocheviejas en casa del abuelo Orlando estaban llenas de alegría y algarabía, desde muy temprano la abuela Clara preparaba cena para toda la familia, todos los años el mismo menú nos reunía alrededor de la mesa, para despedir al viejo año, unos mejores que otros y esperar al nuevo, deseando que fuera algo mejor que el anterior; sopa caliente, pavo al horno relleno de ciruelas y piñones con guarnicion de lombarda  y sopa de almendras dulce como postre.
Hasta que un año, alguien decidió poner nombre al pavo vivo que días antes le habían regalado al abuelo, nadie tuvo el valor de sacrificarlo para la cena, Justo que así fue bautizada nuestra cena fue indultado, el pobre pavo moriría tiempo después por causas naturales. Aquella noche la abuela tuvo que rellenar unos pollos que afortunadamente no habían sido bautizados.
El abuelo Orlando esperaba al nuevo año con una taza de café, una copa de licor y un habano en su mano, era el único día que fumaba, formaba parte de sus costumbres.
La abuela Clara preparaba pequeños cuencos con las doce uvas para todos, los adultos tomaban champagne y los pequeños nos sentíamos mayores cuando nos dejaban mojarnos los labios con las burbujas.
El abuelo Orlando guardaba cada año el corcho de la primera botella de champagne que se descorchaba para celebrar su llegada, le hacía un corte y colocaba una moneda en él, decía que así nunca faltaría dinero en la casa.
Así con sus costumbres iban pasando las navidades y con ellas los años.


Pero si había un día mágico durante las navidades en la casa del abuelo Orlando, era el día de Reyes.
Nos acostábamos temprano y nos levantábamos cuando apenas había amanecido, para entonces la casa ya olía a chocolate caliente y roscón recién hecho.
La abuela Clara preparaba una gran mesa de desayuno en la cocina y el abuelo preparaba su medidor de niños buenos en el salón; medidor por el que todos debíamos pasar obligatoriamente para poder coger y abrir nuestros regalos.
Los pequeños siempre pasábamos sin apenas dificultades y nos divertíamos viendo cómo los mayores se volvían casi contorsionistas para poder pasar bajo ese arco lleno de luces y guirnaldas.
Yo además todos los años pedía un deseo, que el abuelo Orlando fuera eterno.
Pero hubo un año, en que tuve que hacer contorsiones por primera vez para pasar por el medidor de niños buenos, ese año me di cuenta que me hacía mayor, ese año entendí que el abuelo Orlando no estaría siempre.


sábado, 16 de diciembre de 2017

Domingo de "Gaudete"

Tradicionalmente las velas de la Corona de Adviento son tres moradas y una rosada que se enciende en este tercer domingo de Adviento; se puede añadir una quinta vela de color blanco que se encenderá el día de Navidad.


Mientras escucho El Mesías de Haendel me doy cuenta que tengo pendiente hacer mi lista de propósitos para el nuevo año, a catorce días para que finalice este, no me he propuesto nada, quizás decida hacer una lista de NO propósitos.
Después de encender la vela de este tercer domingo, he ordenado todos los poemas y relatos escritos en el último año; podría publicar dos poemarios de unas cincuenta páginas cada uno y un libro de relatos cortos bastante interesante, o tal vez un solo libro donde incluya todo.
Quizás apunte en mis propósitos volver a publicar un libro, tal vez apunte en mis NO propósitos no volver a publicar.


Lo único que tengo claro es que seguiré escribiendo.
Otro domingo que no es un domingo cualquiera, ya sabéis que ninguno lo es. Hoy no es domingo de Gloria, es domingo de Gaudete, es domingo de alegría.
Mientras tanto sigo disfrutando de este maravilloso concierto.

https://youtu.be/7KwWbW7ObPU



viernes, 8 de diciembre de 2017

Querido John

Querido John:
Hoy hace años que alguien decidió que ya no estuvieras aquí con nosotros.
Yo un año más no he dejado de tararear "tu imagine" desde que me he levantado.
 Tal vez intentando atraer algo de ese maravilloso mundo que tu deseabas.
Querido John tal vez aquel desalmado te hizo un favor cuando decidió que no vieras como está este maldito mundo. 
Querido John yo  un año más tengo tu imagine en mente.


jueves, 7 de diciembre de 2017

Soledad(es)

“Alguien solo siempre está en la peor de las compañías.”

De vez en cuando es necesario encontrarse con la propia soledad.
De ve en cuando es necesario saber con que penitencia debes cargar.
Todos tenemos una o varias.

De vez en cuando es necesario reencontrarse con uno mismo, respirar profundo y continuar, por duro y largo que sea el camino.

De vez en cuando es necesario sentarnos a solas con nosotros mismos.


Una noche con Laura (relato completo)

Aquella tarde fría de otoño, de esas que anuncian que el invierno está cerca, salí a pasear por el parque cercano a casa.

Me senté en mi banco favorito, justo enfrente del estanque de patos, allí mientras me fumaba el ultimo cigarrillo que me quedaba en el bolso, comencé a pensar en cómo habían transcurrido los últimos años de mi vida.

Hacía tiempo que estaba inmersa en un matrimonio, sin hijos y que ya no me hacía feliz, con un marido ausente casi siempre, unas veces por trabajo, otras..., sospechaba que Carlos me era era infiel desde hacía un tiempo, intuía que tenía una amante con la que sin duda pasaba más tiempo que conmigo.


Saqué mi libreta y mi lápiz y al contrario que otros días no dibujé, comencé a redactar una carta de despedida a Carlos, con ella daba por terminada una vida que no me hacía feliz y un matrimonio que me ahogaba un poco más.


"Querido Carlos:

Esta vez cuando regreses a casa, no estaré esperándote, estaré lejos, no sé ni siquiera donde, pero estaré en algún lugar buscando una nueva vida, lejos de ti y reencontrándome conmigo misma, hace tanto tiempo que me perdí, que hay días en los que ni siquiera me conozco.

Me voy con la única compañera que he tenido en estos últimos años, la soledad.

Una soledad que poco a poco me impusiste, pero que en estos momentos elijo libremente.

Sé feliz sin mí, yo sin duda lo seré sin ti,

No me busques, si algún día la vida quiere que volvamos a encontrarnos hará que nuestros caminos se encuentren de nuevo.

                                                                          Laura"


Doblé aquella carta, la guarde en el bolso y caminé hacia casa, decidida a seguir adelante con aquella decisión, tan meditada y tan precipitada a la vez, pero sabía que era el momento.


Guardé la carta en un sobre y con ella la alianza que hasta entonces había llevado en mi dedo anular durante los últimos quince años, cerré el sobre y lo dejé encima de la mesita de noche de Carlos.

Busqué mi colección de mapas color sepia, aquella que tenía desde que era una niña y cerré los ojos dejando caer mi dedo índice en algún lugar del mapa, ese sería mi destino para comenzar mi nueva vida.


Recogí algunas de mis cosas en un par de maletas y las coloqué junto a la puerta, todo estaba preparado, así que tomé un vaso de leche caliente para conciliar el sueño y me fui a la cama.


A la mañana siguiente cuando ni siquiera había luz que anunciaba el inicio del nuevo día, cargue mi coche y puse rumbo a mi nuevo destino, a mi nueva vida.

Mi dedo había elegido un pequeño pueblo en algún lugar entre las montañas del norte.

A mi llegada alquilé una pequeña casa por un tiempo, aún no estaba segura de sí sería mi destino definitivo y tampoco tenía demasiada prisa por averiguarlo.

Solo tenía claro que retomaría mi afición a la fotografía y dedicaría más tiempo a dibujar, y tal vez volver a exponer.

Pasé varios días casi encerrada, organizando mis cosas, poniendo algo de orden y dándole un toque de hogar, mi hogar.


Al cabo de unos días salí del que había sido casi mi escondite, necesitaba conocer gente nueva y que ellos me conocieran a mi.

En aquel primer paseo tropecé con el cura del pueblo, un hombre de unos cuarenta años, con sotana y alzacuellos, un cura de toda la vida.

En ese tropiezo literal, en el casi caemos al suelo, me encontré con Alfredo, un antiguo compañero de universidad, al que no había vuelto a ver desde entonces.


"¿Alfredo, eres tú?"

"¿Laura?, si, si, soy Alfredo, ¿cuándo has venido, qué haces aquí?"


Mientras le abrazaba, le conté que llevaba por allí unos días y que había alquilado la casa rural que había a la entrada del pueblo.

Debió leer en mi cara y en mis ojos el asombro al verlo vestido de ese modo, así que se ofreció a darme una explicación.

No podía esperar demasiado tiempo para escucharla, por lo que le invite a cenar aquella misma noche en casa, le ofrecí una cena caliente, buen vino y mucha conversación.


"Acepto esa invitación Laura, sobre las nueve estaré llamando a tu puerta."


Nos despedimos con otro gran abrazo, de esos que se dan los amigos de verdad, aunque lleven años sin verse.

Después del aquel encuentro decidí regresar a casa y organizar el resto de mi día, tenía una cena que preparar para una velada más que interesante.


El día fue transcurriendo entre recuerdos y pensamientos, siempre referentes a Alfredo, mientras preparaba una sopa, un pollo al horno y un bizcocho para el postre, mientras tanto las nubes se iban apoderando del cielo del pueblo, todo indicaba que iba vivir mi primera nevada en las montañas.


A las nueve en punto sonó el timbre de la puerta, abrí sin preguntar, creyendo y estando completamente segura de que sería Alfredo con su puntualidad inglesa.

Pero al abrir me encontré con Esteban el médico del pueblo, sabía que era él por qué lo había visto entrar y salir del pequeño consultorio que tenía justo enfrente de casa y habíamos intercambiado algún que otro saludo de cortesía, aunque ninguna conversación, por lo que me sorprendió verlo al otro lado de la puerta.

Con una agradable sonrisa me dio las buenas noches y se disculpó por el atrevimiento.


"Buenas noches Laura, disculpa mi intromisión a estas horas de la noche, soy Esteban el médico del pueblo, en primer lugar darte la bienvenida no he tenido ocasión de hacerlo antes y en segundo lugar quería ponerte al corriente de la gran nevada que se acerca, he querido asegurarme de que estás preparada para ella, en ocasiones el pueblo queda incomunicado durante días y creo que esta vez será así; así que si me permites y no te molesta me gustaría echar un vistazo a tus provisiones de leña."


Le dediqué una sonrisa para mostrarle mi agradecimiento y le invité a pasar.

Le serví una copa de vino y le conté que estaba esperando a Alfredo para cenar.

El timbre volvió sonar, abrí con más cautela para comprobar que esta vez si era Alfredo.


"Hola Alfredo pasa, tenemos compañía, Esteban ha pasado para advertirme de la nevada y asegurarse de que estoy preparada para ella. Sírvete una copa de vino, enseguida estoy contigo."


Mientras Alfredo y Esteban se saludaban decidí que tal vez sería buena idea invitar a este último a unirse a la velada, invitación que aceptó con el beneplácito de Alfredo.


Mientras me disponía a colocar un cubierto más en la mesa, el timbre de la puerta sonó de nuevo, miré a Alfredo y a Esteban con cara de asombro y prometiendo con la mirada que no esperaba a nadie más.

Alfredo se dirigió para abrir y encontrarse con una joven algo asustada, Angela, la maestra del pueblo.


"Buenas noches Alfredo, estoy escuchando las noticias sobre la nevada que nos acecha y estoy un poco asustada, pensé que tal vez Laura también lo estaría y he creído que lo mejor sería que nos hiciéramos compañía, pero ya veo que no la necesita, me marcho."


Al escuchar que se marchaba, corrí hacia la puerta y la invité a pasar y compartir cena con nosotros.

"Entra Angela, te agradezco tu preocupación. Quédate a cenar con nosotros, será más fácil para todos pasar la noche en compañía."


Coloqué un cubierto más y nos sentamos a la mesa, una vez sentados fue Esteban quien rompió el hielo iniciando una conversación, por supuesto  centrándose en mi, soy la nueva y aparecí sin más un día de la noche a la mañana en un pueblo donde se conocen todos o casi todos.

Así que comencé a contar mi pequeña historia, no tenía nada que esconder, ni ocultar, al contrario me haría bien.


"He llegado aquí por azar, hace unos días decidí dejar a mi marido y comenzar una nueva vida lejos de él. Quiero retomar mi afición por la fotografía, dibujar y volver a exponer, no sé cuánto tiempo me quedaré."


Termine mi explicación bebiendo un poco de vino y devolviendo la pregunta a Esteban.

"Llegué hace tres años al enviudar. Regresé a mis raíces y decidí terminar aquí mi carrera profesional y mi vida, quiero jubilarme y morir en el,pueblo que me vio nacer.

Me marché de aquí siendo muy joven para comenzar mis estudios de medicina, nunca más regrese, ni siquiera cuando mis padres fallecieron.

Al perder a mi esposa, pensé que era el momento de reencontrarme con mis raíces y tal vez con un antiguo amor de juventud, un amor que nunca pude olvidar, he preguntado pero nadie sabe nada de ella desde hace años."


Angela y Alfredo escuchan atentamente y sin decir nada, así que pensé que debía incluirlos en la conversación.

Me dirigí a Alfredo, la curiosidad por saber de él me estaba matando y de todos modos el motivo inicial de aquella cena era ponernos al día sobre nuestras vidas después de tantos años.

Tenía miles de preguntas que hacer, los últimos recuerdos me llevaban hasta el último año de universidad, habíamos compartido horas de biblioteca, algún que otro café en la cafetería y más de una cerveza fuera de la facultad.

Siempre tuvimos una relación cordial, pero acabó con el último examen en aquella vieja universidad.


"Llegué hace poco más de un año, después de divorciarme de Luisa, ¿te acuerdas de ella? Después de la universidad seguimos viéndonos, comenzamos a salir, nos casamos y cómo puedes comprobar lo último no salió bien.

Descubrí que llevaba algún tiempo engañándome con un compañero de trabajo, así que decidí poner fin a mi matrimonio.

Sobre el sacerdocio, hasta comenzar los estudios universitarios, estudie en el seminario, siempre tuve cierta vocación más que con el tiempo se fue disipando. 

Al divorciarme, volvió a despertarse y retome mis estudios en el seminario, me ordené como sacerdote y aquí estoy con algo más de cuarenta a.os, iniciando una nueva vida y viviendo en un pueblo que hasta hace poco no sabía que existía.

Esteban me ayudó al principio a integrarme y conocer a la gente del pueblo, he de reconocer que sin su ayuda no habría sido nada fácil.

A día de hoy no me arrepiento de ninguna de las decisiones tomadas en estos últimos años."


Alfredo mostraba algo de tristeza en su cara, pero a la vez cierto alivio, mientras toma un sorbo de vino, le aprieto fuerte la mano como símbolo de complicidad.

Serví algo más de vino y en un arranque de sinceridad, les hice saber que yo también sospechas sobre mi marido y sus infidelidades y me dirigí a Angela para que nos contará algo más sobre ella.

Angela sonríe y suspira a la ve, mientras comienza a contarnos su historia.


"Llegué hace dos meses, con el inicio del curso. Después de varios colegios en pueblos grandes, tuve la posibilidad de llegar hasta aquí, un destino que deseaba desde que comencé mis estudios de maestra y hacerle a mi madre la promesa que vendría hasta aquí para buscar y encontrar a mi padre.

Mi madre nació en este pueblo, pero se marchó siendo muy joven con apenas dieciocho años, al quedarse embarazada y enamorado de quién no debía.

Así que mis abuelos para evitar el escándalo la enviaron lejos, con la excusa de haber encontrado un trabajo en una buena casa de la ciudad.

Murió hace algunos años, le,prometí en su lecho de muerte que encontraría a mi padre, aunque no tengo muchos datos. Son pocos pero con un poco de suerte de llevarán hasta él."


Esteban interrumpió la conversación, había permanecido callado, escuchando cada una de nuestras historias y se dirigió a Angela.


"No sabía que tú madre era de aquí, es cierto que no hemos hablado demasiado desde que llegaste, pero quizás si me cuentas un poco más pueda ayudarte, a pesar del tiempo pasado sigo conociendo a la gran mayoría de los que aún viven aquí de aquella época, no somos muchos los que seguimos en el pueblo, como habrás comprobado."


Angela sonríe y continúa con su relato personal.


"No sé mucho sobre mi padre, ni siquiera si está vivo o muero, si está en el pueblo o también se marchó.

Mi madre siempre me dijo que aunque a,nos sabían que era un amor imposible y prohibido no pudieron evitar enamorarse.

Solo sé que mamá nunca volvió a enamorarse, nunca pudo olvidarlo.

Ella descubrió que estaba embarazada al poco tiempo de que él se marchara del pueblo para comenzar la universidad en la ciudad. Intentó ponerse en contacto con él, pero nunca lo consiguió."


La cara de Esteban iba cambiando por segundos, mientras no dejaba de hacer preguntas a Angela.


"Angela, cuéntame, ¿cómo se llamaba tu madre?, ¿quiénes eran tus abuelos?"


Cuando Angela estaba a punto de responder a todas aquellas preguntas, el timbre de la puerta volvió a sonar. Alfredo me miró con cara de asombro preguntándome si esperaba a alguien más.


"Sinceramente Alfredo, no espero a nadie, pero deberíamos ver quién es, tal vez alguien necesite ayuda o busque algo de compañía en esta noche de nieve."


Alfredo me acompañó hasta la,puerta, al abrirla nos encontramos con una pareja muerta de frío y algo asustada.

Al mirarlos me di cuenta que él es Carlos, mi marido, pero la sorpresa no terminaba ahí, cuando,descubrimos que quien le acompaña es Luisa, la ex mujer de Alfredo.


"¿Carlos, eres tú?"

"Laura."

"Luisa."

"Alfredo."


Con la sorpresa  y una situación aún sin digerir, les invité a pasar, hacía demasiado frío como para dejarlos en la calle.

Una vez dentro procedimos a las presentaciones.


"Alfredo, él es Carlos mi marido."

"Laura, ella es Luisa mi ex mujer."


Así es como Alfredo y yo descubrimos que nuestras respectivas parejas eran amantes desde hacía años.


Sin pedir ni una sola explicación, es Carlos quien comienza a dármelas todas, esas que durante años me había negado, después continuó contando cómo habían llegado hasta allí.


"La tormenta nos sorprendió a mitad de camino y el servicio de quitanieves no se reanuda hasta mañana al amanecer, hemos caminado más de media hora por la nieve hasta llegar aquí para buscar un lugar donde pasar la noche."


Mientras Luisa permanecía callada y con la mirada fijada en Alfredo, su sotana y su alzacuellos.

Carlos y Luisa se acomodaron cerca de la chimenea para entrar en calor, cerca de donde Angela y Esteban habían continuado con su conversación.


"Mi madre se llamaba Ana y mis abuelos Angela y Juan. Mi abuelo tenía un pequeño huerto a las afueras, era su medio de vida en aquellos años.

Mi padre se llamaba Esteban como el patrón del,pueblo, he comprobado que sois muchos los que compartís el nombre."


Entonces Esteban se levantó de su asiento y abrazó a Angela mientras le confesaba que no buscará más, que delante de ella tenía a su padre, ese que tanto tiempo llevaba buscando y que nunca supo del embarazo, ni de su nacimiento.

Mientras se fundían en un gran abrazo y servía sopa caliente para Carlos y Luisa y Alfredo servía vino para todos.

Carlos mientras decidió que tal había llegado el momento de pedirme perdón por todo el daño que había podido hacerme, sus ausencias, sus mentiras y sobre todo su cobardia al no haberme contado que había dejado de quererme, que ya no estaba enamorado de mí y que había encontrado a otra mujer a quien querer.


"No hay nada que perdonar Carlos, sucedió sin más, solo quiero olvidar y comenzar de nuevo, ya lo estoy haciendo, tú ya no eres parte de mi vida, eres mi pasado, ahora voy a vivir el,presente, has sido una lección de la que he aprendido mucho, créeme."


Sin embargo Alfredo, si tiene mucho que reprochar a Luisa, su infidelidad, su engaño, la destrucción de su matrimonio, además de el mío con Carlos.


"Alfredo entre tú y yo hacía mucho tiempo que no había amor, so,o quedaban costumbres, en Carlos encontré todo aquello que contigo había perdido.

Pero fui sincera y te conté todo lo que estaba ocurriendo, no puedes reprocharme nada, solo que dejara de quererte, pero el amor a veces se acaba."


Y así, entre conversaciones y emociones a flor de piel, comienza a amanecer.

El sol se abre camino entre algunas nubes que nos recuerdan la gran nevada que hace unas horas nos han llevado a descubrir nuestras nuevas vidas.

Uno a uno comienza a abandonar la que ahora es mi casa.

Al quedarme sola frente a la chimenea, respiro hondo, suspiro, lleno una copa de vino, enciendo un cigarrillo y comienzo a celebrar mi reinicio.




viernes, 1 de diciembre de 2017

El funeral.

El coche fúnebre ha llegado puntual al cementerio, a las once en punto de la mañana.

Allí esperaban todos aquellos que se han reunido para el último adiós.

Me he sentido muy arropada en este momento tan duro y esta despedida tan difícil.

Ha sido un adiós emotivo y lleno de momentos inolvidables.

Mis padres no se han separado de mi, han llorado tanto que ha habido momentos en los que me ha sido muy difícil el no poder consolarlos, nunca los había visto tan hundidos, tan sumidos en esa tristeza que creo que les acompañará el resto de sus vidas.

Mi hermana se ha mantenido serena y tranquila, siempre ha tenido ese matiz tan cerebral que yo nunca supe sacar, siempre he sido más sentimental y eso no me ha hecho demasiado bien.

Me han acompañado incluso aquellos que creí que no lo harían.

Y allí al fondo algo alejado de todo el bullicio estaba él, el amor de mi vida, he tardado en verlo, pero sabía que no me fallaría, no se ha acercado pero he sentido y escuchado cada uno de sus te quiero dichos con el corazón, siempre estuvo a mi lado, a pesar de todo y siempre estará.

No hemos tenido demasiada suerte por separado, pero siempre nos hemos tenido.

He estado tranquila, sin drama por mi parte.

Me voy sintiéndome acompañada y querida.

Me voy sabiendo que no le debo nada a la vida u sin embargo ella me lo debe todo.

Podéis enterrarme en paz.



miércoles, 29 de noviembre de 2017

Mesas vacías

Se olvidó de sonreír, al tiempo que él se olvidó de enviar las orquídeas.

Así comenzaba el día de aquel último aniversario.

A partir de entonces se convirtió en una fecha que ninguno de los dos olvidaría, pero que ya no celebrarían.

Fueron quemando etapas, se quisieron, se amaron y se desearon, hasta que llegaron las costumbres y no hay nada peor para el amor, que acostumbrarse.

Que malas son esas rutinas, que de un modo u otro dicen que sigue habiendo algo entre dos corazones que han sentido juntos.

Y que malo es el día que desaparecen.


Años antes se habían quitado esas alianzas que les recordaban cada día que todavía seguían unidos, ese símbolo que une y a la vez separa.

Ella seguía llevando aquel diamante engarzado en oro blanco, que años atrás le había regalado para demostrarle lo mucho que la quería, y le regalaba besos y abrazos de buenos días con un te quiero, mientras escuchaba "y yo a ti más".


Pero poco a poco dejaron de bailar su canción favorita y dejaron de improvisar aquellos viajes a París o a cualquier parte para disfrutar el uno del otro, esos viajes fueron reemplazados por un "ya lo celebraremos".

Esas rutinas que habían mantenido viva aquella llama, poco a poco se hacían más pequeñas, hasta que aquella hoguera inicial, quedó reducida a rescoldos, hasta convertirla en cenizas.


Ya no había nada que celebrar, aquel aniversario había quedado en tan solo un día más, sin símbolos, sin orquídeas, sin sonrisas y lo peor de todo, sin ningún te quiero que decir, ni que escuchar.


Aquel día era el momento de recoger todos los recuerdos en una maleta, cerrarla con llave y volver a empezar.




lunes, 27 de noviembre de 2017

La huida

Ha cogido una pequeña maleta y se ha marchado, sin mirar atrás y sabiendo que no le debe nada a nadie, aunque ella misma se lo debe todo.

Cansada de sueños sin cumplir y pesadillas vividas.
Con más penas que gloria y algo decepcionada.
Se ha marchado cansada de enseñar los dientes y recibir golpes, de dar segundas oportunidades y no recibir ninguna.
Se ha marchado con las manos vacías de tanto dar y poco recibir, con los ojos llenos de lágrimas y sin más sonrisas que mostrar.

Se ha marchado sin saber que es apenas la felicidad, con tanta pena a sus espaldas que incluso camina algo encorvada.
Se ha marchado escuchando cantos que la invitan a seguir otro camino, quizás uno equivocado, tal vez el correcto.


viernes, 24 de noviembre de 2017

VIAJAR(te)

Me gusta viajar(TE) y recorrer esos largos caminos hasta tus caricias y tus besos.

No sabes cómo me gusta perderme de vez en cuando y encontrar caminos nuevos hacia tu boca y tus ojos.

Me gusta viajar(TE), sin mapas, sin saber hacia donde voy, pero sabiendo que llegaré a buen puerto.

Porque tú y solo tú, eres mi destino favorito.



De paso

Tengo una nueva compañera de vida, se llama pena, es amiga de la tristeza y ha sido invitada por el desamor.

Ha llegado en forma de lágrimas y con algún suspiro ahogado.

No sé si está de paso o ha venido para quedarse.



viernes, 17 de noviembre de 2017

¿Quien soy! EL DESENLACE.

Familiares de Fernando Alcaide González" Luisa y Silvia se han levantado a la vez, al escuchar mi nombre, se han acercado a la enfermera con expectación, quizás esperando el peor de los desenlaces, quizás esperando escuchar buenas noticias.
"Son sus efectos personales, su alianza, su cartera, su teléfono móvil y una bolsa de deporte que había en el coche."
En esa bolsa va esa parte de mí que ninguno conoce, salvo Nacho, él conoce mi secreto desde que éramos estudiantes aunque nunca hemos hablado de ello, él sabe que en esa bolsa guardo todos mis miedos, para transformarme en alguien valiente, desconocido y sin miedo a nada, en esa bolsa está todo aquello que me da seguridad.

Nacho ha llegado en el justo momento en que Luisa iba a coger la bolsa, adelantándose a ella, tal vez quiere mantener mi secreto en secreto y no desvelarlo, pero yo ya no estoy tan seguro, al fin y al cabo en esa bolsa está el motivo de mi huida, "vamos Nacho, cuéntaselo, diles quién soy realmente, diles que esta noche iba a terminar con la gran mentira de mi vida.
Diles que a pesar de todo las quiero, a mi manera pero las quiero, que sí que iba a divorciarme de Luisa, pero también iba a dejar a Luisa, vamos Nacho díselo."

NACHO
Fernando es mi mejor amigo desde que éramos niños, la adolescencia nos unió más que nunca, yo me convertí en su protector en el instituto cuando atormentado por multitud de complejos no era capaz de integrarse, recuerdo aquellas clases de educación física convertidas en un verdadero infierno para alguien que con algún kilo de más era obligado a lucir pantalón corto y saltar obstáculos delante del resto de compañeros.

El soñaba con ser aventurero, pilotar aviones, pero en realidad lo que quería era vivir lejos de su casa, lejos de unos padres con demasiada autoridad sobre él.
Compartimos piso en los años de universidad, aunque no estudios, yo hacía mi sueño realidad, estudiaba periodismo, mientras él hacía realidad el sueño de su padre.

Los miércoles Fernando salía por la tarde temprano de casa con una bolsa de deporte y regresaba los jueves cuando comenzaba a amanecer, nunca me dijo dónde iba, nunca se lo pregunté.

Un miércoles noche, salí a tomar unas copas con algunos compañeros para celebrar el fin de los exámenes parciales, fuimos a varios pubs y terminamos en el único antro que quedaba abierto a ciertas horas de la madrugada, por entonces comenzaban a proliferar bares con cierta mala reputación donde se daban cita transexuales, drags y algún que otro homosexual.
Allí debajo de infinitas capas de maquillaje, plumas de marabú, lentejuelas y sobre unas plataformas de vértigo, me encontré con la mirada de Fernando, aquella noche conocí a Olivia.
Olivia se acercó a mí, me guiñó un ojo y me susurró "ya conoces mi secreto".
Cuando terminó la actuación me levanté de mi asiento y me fui a casa con la sensación y la esperanza que todo lo que había visto era efecto de alguna copa de más.
Llegué a casa esperando que Fernando estuviera en ella y así cerciorarme de que todo lo que había visto había sucedido solo en mi cabeza, pero no estaba, así que me senté en aquel sofá donde había perdido su virginidad con Silvia a esperarlo.
Más tarde de lo habitual Fernando llegó y como cada jueves se duchó, desayunó y se marchó a clase, sin una sola explicación, entonces supe que nunca me la daría.

Nunca hablamos de Olivia, hasta hace unos meses cuando nos encontramos por casualidad en un bar de copas.
Aquel día me dijo que iba a dejarlo todo por ella, que Olivia era su seguridad, quien realmente le hace sentir bien, por lo que había decidido marcharse lejos y comenzar una nueva vida, lejos sin tener que esconderse, sin tener que mentir a nadie aunque fuera escondido bajo capas de maquillaje y vestidos de lentejuelas y subido a unos tacones que le hacen sentir invencible.
En esta bolsa que le he arrebatado a la enfermera, esa misma bolsa que cada miércoles le acompañaba, están sus sueños, sus noches de glamour, en esta bolsa está su vida, esta Olivia, el gran secreto de Fernando y yo tengo que  contárselo a las mujeres de su vida.
Esta noche tengo que abrir la Caja de Pandora, la caja de los truenos, esta noche ellas sabrán quién es Fernando, esta noche tú Fernando, al fin sabrás quién eres.


¿Quién soy!, Capitulo tercero, LUISA Y FERNANDO.

LUISA
Crecí en una familia en armonía, acomodada y llena de amor, mi padre juez de la ciudad siempre soñó con tener un hijo varón, pero mi madre solo pudo darle un hijo y fui yo, una niña que vivía por y para no defraudar a su padre.
Estudié derecho siguiendo los deseos de mi padre. Pero fue en segundo de carrera cuando me di cuenta que realmente me gustaba, así que seguí con mis estudios en la mejor universidad, que gracias a las influencias de mi padre había aceptado mi matriculación, más tarde demostré por méritos propios que no era una niña de papá.

Terminé mis estudios con buena nota lo que no me impediría encontrar un buen despacho donde llevar a cabo mi trabajo o bien tener el mío propio, pero además quería ser esposa y madre.
Entre como pasante en un prestigioso despacho, donde tuve que demostrar que además de llevar el apellido de un ilustre juez era buena en mi trabajo y merecía un puesto como abogada.

No necesite demasiado tiempo para demostrar mi valía, al año era socia de aquel prestigioso bufete y era respetada por todos mis compañeros, lejos quedaba cumplir el sueño de mi padre, ser juez, nunca quise serlo yo quería trabajar como abogada y formar una familia.
Dos años después de nombrarme socia, entró un joven recién licenciado, con ganas de comerse el mundo y complacer a su padre, él era Fernando, lo nombraron mi ayudante, aún recuerdo su primer día.
Era un joven tímido y sin experiencia pero con ganas de aprender, lo que iban a ser unas prácticas de verano, lo llevaron a ser socio en poco más de un año después de su entrada, para entonces me había enamorado de él como una adolescente, entré en su vida cotidiana poco a poco, sin que se diera cuenta, a los pocos meses vivíamos juntos, para poco después casarnos.
Vi en él al marido que anhelaba y al futuro padre de mis hijos, pero no contaba con una tercera persona, ella era Silvia.
Siempre he sabido que eran amantes, que ella era realmente el amor de su vida, que se casó conmigo, tal vez por venganza o quizás esperando a que ella reaccionara y le dijera que no lo hiciera, que ella la quería.

Poco a poco se fueron disipando aquellos deseos de formar una familia junto a él, pero no estaba dispuesta a cederle a mi marido a alguien que lo había dejado ir.

He aguantando sus ausencias durante noches, sus "y yo también"  cuando le digo que le quiero, aunque sé que no lo hace, he soportado sus desplantes cuando quiero hacer el amor con él, al final he aprendido a follar, realmente es lo que hacemos, nos complacemos en un sexo rápido sin darnos cariño, satisfacemos nuestros deseos animales, mientras se que piensa en ella, puedo verlo en su cara, en sus ojos, no me desea, pero me folla como si lo hiciera.
A pesar de todo le quiero, no sé que tiene Fernando pero influye un enorme poder sobre mí, que me impide dejar atrás estos años a su lado, años que no me han llevado a ninguna parte.

Esta mañana mientras desayunábamos me ha pedido el divorcio, supongo que es algo que esperaba, tal vez vaya a casarse con Silvia, quizás quiera comenzar esa vida aventurera que tanto anhela y de la que tantas veces me ha hablado.
Y ahora estoy aquí detrás de una cristalera mirando cómo se debate entre la vida y la muerte, acompañada de Silvia, su eterna Silvia, ella ha tenido el coraje y la valentía para llamarme y decirme lo ocurrido.
Lejos de odiarla por haberme arruinado la vida junto a Fernande, no he podido remediar abrazarme a ella, no sé si por compasión o por miedo. Pero he sentido que su abrazo me ha reconfortado.

"Iba a dejarme Silvia, me ha pedido el divorcio esta mañana."

"Lo sé me lo contó hace algunos días, quería comenzar una nueva vida lejos, quiero que sepas que yo no soy la culpable, me habló de Olivia, no sé quién es, iba a contármelo esta noche, hablaba conmigo cuando ha ocurrido todo, se dirigía a mi casa, como ya sabes nunca ha llegado."

FERNANDO
Cumplí el sueño de mi padre, ser abogado, a mí me hubiera gustado ser piloto de aviones, aventurero, yo quería vivir y ser feliz, pero mi padre se empeñó en que debía seguir la tradición familiar.
Le hice caso así que terminé mi carrera en parte gracias a la ayuda de Silvia, sin ella no lo habría logrado.
Yo prefería pasar horas leyendo revistas sobre aviones en lugar de estar inmerso en los malditos códigos civiles y los apuntes de derecho romano.
Lejos de ser abogado del estado, como quería mi padre, no estaba dispuesto a seguir estudiando algo que no me gustaba, me dediqué a enviar referencias por todos los despachos de abogados de la ciudad, siempre acompañados de una carta de recomendación de mi padre, sin ella en muchos despachos ni siquiera me habrían llamado para la primera entrevista.

El mismo año que terminé mis estudios pase todo el verano en el despacho de un amigo de la familia haciendo prácticas para que fuera familiarizándome con la profesión y tuviera los primeros contactos con la realidad de la abogacía.
Fue ese verano cuando conocí a Luisa, dos años mayor que yo, trabajaba en el despacho, era socia del mismo a pesar de no llegar a los treinta y además era hija de un prestigioso juez de la ciudad.
Me asignaron ser su ayudante, reconozco que los primeros días pensé que ella estaba allí no por su valía como abogada, sino por ser hija de quién era, ella tenía un puesto de trabajo y el despacho un apellido ilustre, además de un aliado en los juzgados.

Con el tiempo descubrí que era buena, realmente buena y que sin duda estaba allí por méritos propios, además disfrutaba de su trabajo, cosa que yo no hacía y nunca he hecho.
Poco a poco aquella relación de despacho comenzó a salir a la calle, un día un café, otro día un aperitivo, hasta que aquellas citas nos llevaron a compartir casa a los pocos meses de conocernos.
Recuerdo la primera noche de Luisa en casa, me habían hecho fijo en el despacho y salimos a cenar para celebrarlo, después nos fuimos a mi casa a tomar una copa y charlar con tranquilidad.
Terminamos haciendo el amor sobre la alfombra que unos días antes me había regalado Silvia para mí nueva casa, una casa que mi padre había comprado para mí con el firme propósito de devolverle el importe total de lo que había costado.

Mientras acariciaba y besaba a Luisa, solo pensaba en Silvia, siempre la tenía en mente, la quería tanto que no podía olvidarme de ella ni cuando hacía el amor con otra mujer.

Las noches de sexo sin Silvia, eran distintas, apenas me gustaban me entregaba al sexo más salvaje y desgarrador, mientras que con ella todo era mucho más tranquilo, disfrutaba de cada caricia, de cada beso, de cada movimiento, siempre me ha gustado sentir cómo se movía lentamente sobre mi, mientras gime de placer, Silvia es el deseo, es el extasis, Silvia es todo.
Tras aquella primera noche, Luisa comenzó a venir a menudo a cenar y con alguna excusa se quedaba a dormir, poco a poco fue ocupando parte de mi armario y de mi vida.

Un año después con la bendición de su padre y la excitación y la alegría del mío nos casábamos.
Ella más enamorada de mí que nunca, aún sabiendo que yo no lo estaba tanto.

Nunca la quise lo suficiente y se merecía todo el amor del mundo y más, como abogada era la mejor y como mujer y esposa excepcional, pero yo no la merecía y mucho menos ella a mí.

Mientras ella me quería, yo la engañaba con Silvia una y otra vez y lo malo no era engañarla en aquellas noches de sexo y pasión, era engañarla a diario cuando pensaba en Silvia cada vez que le devolvía los te quiero con un "y yo también."
Nunca le he dicho que la quiero, le he mentido desde el primer momento, tenía que haberle dicho que yo no la quería, que estaba enamorado de otra persona y que nunca he sido quien ella creía que era.
Tenía que haberle pedido a Silvia que fuera mi novia por segunda vez, que fuera la mujer de mi vida, pero me conformé con aquel primer no, sin más, tal vez todo hubiera sido distinto, tal vez no.

Una noche al salir del despacho me dirigí a casa de Silvia, sin previo aviso, generalmente la llamaba antes de ir y con alguna excusa para Luisa para llegar tarde a casa, me encontré que aún habiendo luz en casa Silvia no me abría la puerta, así que la llamé por teléfono.
"Fernando, esta noche no lo siento estoy ocupada, llámame mañana."

Me subí de nuevo al coche y conduje hasta la zona de copas de la ciudad, seguro que encontraba a alguien con quien tomar algo, aunque lo único que quería en aquellos momentos era ahogar mis penas en un par de gin tonics, con compañía o sin ella.
Llegue hasta el pub de unos amigos, me senté en la barra y pedí mi primera copa al tiempo que una chica pedía para ella y su grupo de amigas, sin demasiado éxito.
Se dirigió a mí con una sonrisa y guiñándome un ojo, ¿Perdona, te importa pedir mi copa y las de mis amigas?
Le respondí con un "claro que no", y le devolví la sonrisa y el guiño. Me sentí como el estudiante de hace años intentando ligar una noche después de haber terminado los parciales de la universidad.

Me tomé mi copa, mientras me fumaba un cigarrillo insistía en seguir llamando a Silvia, buscando una explicación, buscando una respuesta, todo ello sin éxito.
Mientras estaba inmerso en aquellos pensamientos apurando mi gin tonic alguien me dio por la espalda, me giré y me encontré con Nacho mi compañero de piso en los años universitarios, él si había cumplido su sueño, ser reportero de guerra.
Aunque habíamos seguido manteniendo el contacto unas veces por teléfono, otras por mail, no habíamos vuelto a vernos desde que se marchó de aquel piso para hacer las prácticas en un periódico local, desde entonces habían pasado muchos años y muchas cosas, demasiadas diría yo.
Nos tomamos una última copa y nos despedimos prometiendo vernos en unos días para comer y contarnos cómo nos iba la vida y me marché a casa.

Cuando llegué Luisa me esperaba despierta, siempre lo hacía, me recibió con una sonrisa y se abrazó a mí con la idea de hacer el amor, "esta noche no Luisa, tal vez mañana antes de ir a trabajar."
Prefiero el sexo con Luisa por las mañana, es más rápido, las prisas por no llegar tarde al despacho o al juzgado hacen que sea un sexo sin demasiada entrega, solo de placer puntual, prefiero el sexo lento con Silvia, con ella puedo estar toda la noche haciendo el amor, acariciandola, besándola, sintiéndola.

CONTINUARÁ....


jueves, 16 de noviembre de 2017

¿Quién soy! Segundo Capítulo, SILVIA.

SILVIA
Todos los primeros días en algo son difíciles, tal vez por el miedo que nos invade a lo desconocido o por el miedo a perder nuestra zona de confort.
Siempre he sido algo miedosa, una chica de pueblo, que hoy por primera vez sale a la ciudad para estudiar una carrera y cumplir un sueño, ser abogada.
Estoy tan asustada que me tiembla todo el cuerpo, me sudan las manos, por lo que he mojado el puñado de folios en blanco que llevaba preparados por si tenía que tomar apuntes en este primer día de universidad, pero a la vez estoy tan emocionada que no quiero perderme ni un solo detalle de todo lo que voy a vivir a partir de ahora.
Ayer llegué a mi nuevo lugar de residencia, una ciudad pequeña, pero lo suficientemente grande para alguien que no ha salido nunca de un pueblecito en medio de la sierra, que en invierno se queda aislado por la nieve.

Mis padres me ayudaron a buscar un lugar donde vivir estos años de universidad, un colegio mayor, el simple hecho de tener que compartir habitación con alguien desconocido me asusta, pero soy adulta y tengo que empezar a superar miedos.

Superado los primeros días, comienzo ha hacer mis primeras amistades, sé que estás serán importantes en estos años universitarios y tal vez el resto de mi vida.
Ya no tengo tanto miedo y no me siento tan sola, en especial cuando estoy con Fernando un complejo de facultad que se ha prestado desde el primer día a ser mi guía por la cuidad y a ayudarme en todo lo que necesite, me siento protegida y menos vulnerable cuando estoy con él.
Una complicidad que nos lleva a miradas un tanto extrañas y sentimientos desconocidos, al menos para mí, nunca había sentido cosquillas en el estómago y ni había pensado tanto en mi aspecto cuando quedamos para salir o para estudiar.
No quiero que me distraiga de mis estudios, quiero terminar mi carrera y cumplir el sueño que me persigue desde que soy una niña, ser abogada.
Mi padre siempre me dijo que los sueños se cumplen, pero hay que trabajarlos.
Fernando quiere ser abogado, bueno sus padres quieren que sea abogado, para seguir la tradición familiar, Fernando en realidad quiere ser aventurero, vivir libre y ser feliz, pero será abogado para no defraudar, ni decepcionar a su familia, otro que tiene miedo, pero tampoco lo dice.
Somos dos miedosos en medio de un mundo lleno de valientes, que en realidad son cobardes anónimos, siempre he pensado que todos los somos y qué es el miedo quien realmente, un día u otro nos llena de valentía.

Mi primera experiencia sexual fue con él, con Fernando, fue una noche preparando los exámenes finales del último curso en la universidad, años más tarde supe que también fue la suya.
Los últimos meses de ese curso los pase en su casa, apenas iba al colegio mayor, tenía todos mis apuntes y casi toda mi ropa en aquella casa, que Fernando compartía con Nacho, un amigo estudiante de periodismo, pero se había marchado para hacer las prácticas en un periódico local, así que poco a poco fue invadiendo aquel espacio que él había dejado vacío.
Con la excusa de no perder demasiado tiempo en ir y volver, pero en el fondo tenía una necesidad imperiosa por compartir mi vida con Fernando, no me conformaba solo con unas horas de estudio, quería más y él en silencio también, pero teníamos tanto miedo a perder lo que teníamos que lo habíamos frenado.

Pero aquella noche el cansancio por las horas de estudio acumuladas,nos podían así que me tumbé en aquel sofá algo descuidado y me puse cómoda para descansar un rato, recuerdo que ya era finales de junio y hacia algo de calor, por lo que me quité el pantalón que llevaba para quedarme con una camiseta y una bragas que seguro había comprado en algún mercadillo, me recogí el pelo en un moño y cerré los ojos.

Al poco rato note como algo comenzaba a rozar mis muslos, lejos de abrir los ojos y ver que era, deje que siguiera subiendo al darme cuenta que eran las manos de Fernando acercándose a mis partes más íntimas.

"No te muevas Silvia, solo dime si quieres que siga."

Asentí con la cabeza y me deje llevar sin saber muy bien qué hacer, sólo sabía que me gustaba todo lo que estaba sintiendo, seguía con los ojos cerrados, mientras Fernando me subía la camiseta y comenzaba a besarme en el cuello y mis pechos, respondí a sus besos abriendo mi boca para que me besara en ella, no tuve que esperar demasiado para que lo hiciera, mientras con sus manos acariciaba mis pechos duros. Quise hacer lo mismo con los suyos, pero me pidió que no lo hiciera. Seguí dejándome llevar por su voz, sus caricias y sus besos.

Me quitó la camiseta, deshizo mi moño y bajó aquellas braguitas baratas hasta los tobillos, mientras recorría con su boca y su lengua cada centímetro de mi cuerpo y este respondía con escalofríos de placer.

Poco a poco se fue acercando a mi sexo, me tocaba los muslos, me abría las piernas y los rozaba con sus manos, para hacerme sentir un placer hasta entonces desconocido para mí, mi instinto me hacía abrir las piernas más aún y mi cuerpo le pedía que no parara de hacerlo.
Llegó hasta mi clitorix con su lengua lo lamia una y otra vez, más rápido, más lento y yo solo quería gritar de placer, pero gritar.

"No abras los ojos Silvia, solo dime que te gusta, que quieres que siga."

Le cogí del pelo mientras seguía dándome placer y de repente sentí como nuestros cuerpos se unían, Fernando estaba dentro de mi, se movía y me hacía moverme siguiendo su ritmo, mientras deseaba que aquello no acabará nunca.
Fernando gemia y yo gemia, hasta que los dos quedamos exhaustos después de habernos entregado el uno al otro.
Nos quedamos dormidos en aquel sofá desnudos, abrazados el uno al otro y sin apenas decirnos nada.
Me desperté sin saber que a partir de entonces estaría unida a Fernando para siempre, una relación de amor y odio que nos uniría de por vida.
Después de aquella primera noche se repetirían muchas más, nos compenetrábamos a la perfección y juntos éramos realmente buenos.

Aquel curso terminó y nuestras vidas de estudiantes se separaron, pero no nuestra vida sexual, Fernando además quería algo más, pero yo no estaba dispuesta a entregarle mi vida ni sacrificar mi sueños.

A día de hoy y veinte años después de aquella primera noche, seguimos manteniendo nuestros encuentros, sin compromisos, sin dramas, sin pedirnos nada a cambio y sin decirnos un solo te quiero en todo este tiempo.
Hoy detrás de esta cristalera, viendo cómo se debate entre la vida y la muerte, siento una necesidad imperiosa por decirle que le quiero, que siempre le he querido y que no quiero perderle.
Quiero decirle que se divorcie de Luisa, si, que lo haga que en todos estos años es lo único que he deseado, compartir toda una vida a su lado, que es lo único que quiero desde que deje mis primeros vaqueros y mi primera camisa en aquel piso de estudiantes, con la excusa de no perder tiempo para estudiar.
Quiero decirlo que desde aquel día lo único que quería era verlo despertar y acariciarle el pelo hasta que se quedara dormido, pero que el miedo, ese que siempre me acompañaba entonces y me acompaña ahora me impedía decirle que le quería, aunque estaba enamorada de él desde el primer día de clase y que solo que tenía que haber insistido un poco más el día que me dijo que quería ser algo más que un compañero, pero no lo hizo.

"¿Por qué no lo hiciste Fernando, tú también tenías miedo?"

Tal vez no debí permitir que se casara con Luisa, haber interrumpido aquella boda, diciendo que yo sí tenía algo que objetar y que no podía celebrarse, sin embargo le empujé hasta sus brazos.

Recuerdo aquel día como si fuera hoy, mientras le daba el sí quiero a ella, a quien había elegido como compañera de vida, no dejó de buscarme con la mirada, quizás esperando que le dijera "no lo hagas, huye Fernando, huye conmigo."
Pero seguí siendo la cobarde que había sido siempre, esquivé sus ojos ojos una y otra vez para no encontrarme con ellos y con una verdad que solo nosotros conocíamos. Le dio el sí quiero a ella, a quien le ofrecía un amor sin demasiadas preguntas y ninguna respuesta.
Se entregó a ella en cuerpo, mientras a mí me entregaba el corazón y el alma en cada mirada, en cada roce a escondidas y en aquellas llamadas a media noche pidiéndome dormir a mi lado.

¿Era aquello amor? Le pregunté la noche antes de casarse, después de hacer el amor.
No, aquello era un intercambio de intereses, de comodidades, de compañía, es el resultado de decisiones precipitadas.
Amor eres tú, somos nosotros cuando estamos juntos, amor es pensarte, desearte y sentirte cerca, aún cuando estas lejos. Amor es sufrirte, es echarte de menos y añorarte. Amor es esperarte cada día, cada noche y el resto de mi vida.

Nuestras miradas se cruzaron después de prometerle amor eterno a Luisa, aún sabiendo que no lo cumpliría, fue en aquel encuentro donde le prometí en silencio que le querría siempre. Aquel día le hice saber, que el amor para mi, era él.

Mientras le miro tras esa cristalera, tan débil, tan indefenso, le hago llegar todos esos te quiero que durante años me he estado callando, con el deseo de que de un modo u otro le lleguen, "te quiero Fernando, siempre te he querido, no puedes dejarme sola, no lo hagas, te necesito a mi lado, dime que me quieres, que tú también lo haces."

CONTINUARÁ...