sábado, 27 de agosto de 2016

Un placer llamado... ESCRIBIR

Ayer en una de esas conversaciones espontáneas con una amiga, compartiendo café y cigarrillo, tuve la ocasión de abrir mi corazón y explicar por que escribo.

Aunque parezca que es algo nuevo para mi, en realidad es un placer del que disfruto y  que me viene desde casi niña, aunque fue en la adolescencia donde me acostumbre a llevar un cuaderno y un bolígrafo siempre conmigo. 

Durante años fueron mis mejores amigos, en esos años era una jovencita marcada por algunos complejos, unas gafas y unas orejas de soplillo eran la culpables de una desidia diaria.
Aquel cuaderno y aquel bolígrafo eran mi válvula de escape, escribía como me sentía, y eran mi refugio diario, ellos no me juzgaban, no me pedían explicaciones, pero sin embargo yo le daba todas las que necesitaba dar, sin respuestas, sin preguntas y sobre todo sin juicios.

Poco a poco esas confesiones, se fueron convirtiendo en historias, creaba personajes y vivía otras vidas, tal vez las que hubiera querido vivir. Era capaz de estar horas escondida tras ese cuaderno, eran las únicas horas en las que sonreía. Era mi modo de comunicarme, de esos complejos fue naciendo una coraza que me convirtió en alguien tímido y retraído, escribir me hacia libre, no tenía que enfrentarme a nada ni nadie. Éramos mi cuaderno, mi bolígrafo, mis historias y yo.

De aquellos años de adolescencia me siguen quedando mis gafas a las que he sabido sacarle algo de partido, forman parte de mi, mis orejas de soplillo,que de un modo u otro son mi seña de identidad, un rasgo que me dan algo de personalidad, algo de timidez que me da cierto aire de misterio y por supuesto todos aquellos escritos que de vez en cuando releo y me ayudan a reencontrarme. Y por supuesto agradezco seguir teniendo esas enormes ganas de escribir que siempre me han ayudado a comunicarme mucho mejor con el resto del mundo.

Antes escribía por y para mi..., ahora lo hago por y para vosotros.
Agradecida siempre.


jueves, 25 de agosto de 2016

SEPTIEMBRE, el reinicio del año

A pocos días de que termine agosto y comience septiembre, he comenzado como cada año por estas fechas a crear mi lista de propósitos para los próximos meses.

Siempre me ha gustado septiembre, por que lo he visto como la oportunidad de reiniciar el año y repescar todo aquello que por unas circunstancias u otras han ido quedando en el olvido o se han convertido en opciones en lugar de prioridades.

Sigo estrenando material escolar como en los años de infancia, libretas y bolígrafos nuevos me acompañan para cumplir mis propósitos, tanto los nuevos como aquellos que he repescado.

Por lo general en este mes siempre me queda por cumplir algún deseo o sueño de los pedidos en el frenético enero, es cuando entra en juego mi cordura y los convierto en propósitos. Sí, si he llegado a la conclusión de que para que un sueño o deseo se haga realidad lo mejor es convertirlo en propósito.

He de reconocer que este verano ha sido un poco atípico, generalmente me suelo relajar pensando en que a partir de septiembre tengo tiempo para terminar todo lo que me queda. 

Pero este año he escrito más de lo normal, la ilusión por publicar mi primer libro y sobre todo compartir con vosotros mis experiencias en el blog, me ha podido más que ese maldito abandono que me brinda de vez en cuando la fuerza de voluntad.

Esperando y deseando poder terminar todos los propósitos pendientes, os deseo y por supuesto os propongo un feliz final de agosto, un feliz inicio de septiembre, un feliz reinicio de año y una feliz vida.


martes, 23 de agosto de 2016

Y la llamé NADIA.

NADIA últimamente se ha convertido en parte importante de mi vida, además de ser la protagonista del primer libro que he decidido publicar, es el nombre que le he puesto a mi inspiración.

Sí, si he llamado con nombre propio a mi inspiración, por una razón muy sencilla, últimamente nos vemos muy a menudo y siempre es más fácil conversar con alguien que tiene nombre propio para poder dirigirte a ella.

En los últimos meses me hace bastante compañía, a veces a horas un poco fuera de lo común, por lo que siempre tengo café preparado para cuando viene a visitarme a altas horas de la madrugada, es en esos momentos de oscuridad y silencio cuando más aparece, le ha dado por trasnochar o por madrugar, según se mire, por eso el café se ha convertido en el compañero perfecto para esas horas y el tercero en discordia.

He de reconocer que me estoy acostumbrando a sus visitas, a esas horas imprevistas y que el día que no aparece me preocupo, ahora que forma parte habitual de mi vida, no quiero que desaparezca.
Durante el día suele estar más tranquila, yo diría que adormecida, pero cuando comienza la noche, es cuando ella está dispuesta a susurrarme al oído todo aquello que se le ocurre, yo escucho atenta y escribo. 
He aprendido a disfrutar de esas horas de conversaciones con Nadia, o tal vez debería decir de sus monólogos, pero acompañados siempre  de una taza de café.
Que nunca me falte Nadia, ni una taza de café, ni vuestra compañía para seguir disfrutando de vosotros a través de este blog.


viernes, 12 de agosto de 2016

MAÑANAS DE RÍOS, TARDES DE SIESTAS Y NOCHES DE GAMUSINOS Y TOMAR EL FRESCO

Soy de provincias, pero nunca he tenido pueblo, he vivido siempre rodeada de ellos, pero no he tenido  uno donde pasar mis vacaciones, sobre todo las de verano.
Recuerdo siendo una niña cuando llegaba el mes de junio me asaltaba un sentimientos de nostalgia y envidia cuando mis amigos se marchaban al pueblo hasta el mes de septiembre y siempre a casa de los abuelos.
Los pueblos y los abuelos sumados, eran el binomio perfecto en mi infancia.


Ya en la adolescencia, alguien me invitó a su pueblo a pasar unos días, fue la mejor noticia de aquel verano y en mucho tiempo.
Aquel pueblo me adoptó unos días y yo hice lo mismo con él, además de adoptar a la abuela Clara, en esos días la acaparé para mi sola.

En aquellos días conocí lo que es pasar un día en el río, descubriendo gargantas, caminando con una mochila llena de pan de pueblo, de queso casero y chorizo de matanza, además de una cantimplora con agua "fresca" recién sacada del pozo.
Descubrí el olor a jabón casero y pucheros a fuego lento, tardes de siesta y meriendas con mantecados y vasos de leche recién ordeñada.
Tardes en la plaza del pueblo, sentada en la puerta de la iglesia buscando la sombra y compartiendo confidencias hasta la hora de la cena.
Cenas alrededor de una mesa camilla que terminaban "en la puerta de la calle" con una rodaja de sandía en la mano, mientras "tomábamos el fresco".
Otros días de meriendas-cenas, por que había salir al campo a buscar GAMUSINOS, hasta que el sueño, el frío o el miedo nos hacían regresar a casa.

Descubrí lo que es despertarse cuando el gallo canta o la luz del sol entra a través de las cortinas, desayunar sin prisas, compartiendo risas y planes para ese día.
El tiempo en el pueblo pasa más despacio.


Estos días he sentido una gran necesidad de volver a revivir todo aquello, así que aquí estoy probando de nuevo esa sensación, paseando entre hortensias, caminando hasta las gargantas, durmiendo largas siestas y sentandome al fresco.
He vuelto a adoptar un pueblo, o más bien me ha adoptado él a mi, esta vez sin abuela, pero recuperando y reviviendo todas aquellas sensaciones que tuve aquel verano hace muchos años.
Estoy disfrutando de no tener prisa, de saborear cada momento, de mañanas de caminatas, de baños en el río, de siestas con manta, y noches llenas de conversaciones, escuchando anécdotas, mientras me tomó una rodaja de sandía, mientras me empapo de tranquilidad y sabiduría.
Mi única preocupación estos días es decidir sí salir a cazar GAMUSINOS o pasar la noche al raso esperando a las estrellas fugaces.

Definitivamente debería ser obligatorio vivir este tipo de experiencias al menos una vez en la vida, en especial para todos aquellos de presumimos de ser de ciudad.


domingo, 7 de agosto de 2016

SOLEDAD, esa palabra maldita.

Hoy en uno de esos paseos matutinos, que suelo realizar para comenzar el día, me ha llevado a pensar y reflexionar sobre la SOLEDAD, una palabra maldita.
La mayoría de las veces relacionada con momentos de tristeza y melancolía.

Hoy he llegado a la conclusión de que existen dos tipos de soledad, la impuesta y la elegida.

La soledad impuesta es brutal, triste, melancólica y a veces desesperante, como todo lo que es impuesto y obligado a acatar, suele llegar cuando no estamos preparados para recibirla, todo lo que es forzado nunca es bueno, ni beneficioso por que nos lleva a vivir momentos de angustia y desidia.

La soledad elegida es fácil de llevar, ya que se da en momentos puntuales, en esos momentos que nosotros deseamos y queremos que sea nuestra única compañía.

Todos tenemos y sentimos necesidad de vivir momentos en solitario, disfrutar de nuestros pensamientos, nuestros diálogos internos.

No puedo negar que a veces me da miedo que llegue esa soledad impuesta, todos tenemos miedos y estos además son libres. Cierto es que muchos de ellos se acentúan con el paso de los años, quizás por que somos más conscientes de todo lo que conllevan algunos riesgos.

Afortunadamente aún estoy en ese momento que soy libre de elegir mi soledad, de reencontrarme con ella de vez en cuando, la disfruto por que me invita a reflexionar y a seguir compartiendo con vosotros esos momentos elegidos a través de Nadia y su blog.

Aunque realmente no voy sola, siempre me acompaña mi cuaderno de notas y mis bolígrafos, ya que de vez en cuando a mitad de camino aparece mi inspiración, he llegado a la conclusión de que mi soledad, mi inspiración y yo hacemos un gran equipo.
Nos respetamos y disfrutamos esos momentos que elegimos compartir.




sábado, 6 de agosto de 2016

DE BUENAS Y VIEJAS COSTUMBRES

Siempre he sido mujer de costumbres, muchas de ellas se han afianzado y acentuado a lo largo de los años, algunos me dicen que se han convertido en manías, otras han desaparecido o apenas son apreciables.

He de decir que aquellas que se han acentuado lo han hecho debido a que yo he puesto el empeño suficiente para que siguieran formando parte de mi vida y conservarlas.

Me gusta la costumbre de dar besos de buenos días y buenas noches a los miembros de mi familia, en esas ocasiones a que aún tenemos la suerte de compartir todos juntos, costumbres y recuerdos que me trasladan hasta mi infancia y adolescencia.
Provengo de una familia muy pequeña, esto nos ha hecho ser una piña y mantenernos unidos en lo bueno y en lo malo, al fin y al cabo sólo nos tenemos a nosotros.

Conservo la costumbre de llevar siempre un cuaderno de notas en mi bolso, siempre acompañado de bolígrafos de tinta verde y lápices. Sólo escribo con estos dos elementos, esto último sí es una manía 😊.

El cuaderno lo llevo desde bastante jovencita, le comencé a llamar cuaderno de ideas pero siempre se llenaba de escritos y pensamientos, la inspiración me asaltaba y lo sigue haciendo en cualquier momento y cualquier lugar y me gusta que me pille preparada.

Escribo en verde, gracias a mi profesora de música de primero de B.U.P, ella siempre lo hacía y nos contaba los beneficios de escribir en este color.
Hice toda mi carrera de Arqueología con apuntes tomados en este color, aunque nunca me dejaron escribir en verde en los exámenes, cuestión que me sigo planteando 20 años después y aún no encuentro ninguna respuesta.
Llevo un lápiz por sí falla el bolígrafo, pero no es un lápiz cualquiera, es un portaminas con minas de 0,7 mm, lo sé otra manía, pero las manías y costumbres han ido formando mi carácter y personalidad.

Guardo la costumbre de decir te quiero a aquellos que se lo merecen y que son dignos de mi cariño, "nunca dejes para mañana los te quiero que puedas decir hoy".
Guardo la costumbre de no irme enfadada a la cama, sin haber sonreído al menos una vez en ese día, y sin un sueño que cumplir y por el que luchar.

Sí soy de las que aún conservan y creen en las viejas y buenas costumbres.



viernes, 5 de agosto de 2016

SUÉLTATE EL PELO

Cuando llegué a los 40, algo me llevó a reivindicar mi rebeldía de los años adolescentes.
Estaba en un momento de mi vida en que había seguido demasiadas reglas, estudié una carrera, conseguí un buen trabajo, me casé, forme un hogar y me olvidé de mi y de mi libertad.

Antes de llegar a esa edad ya había pasado por un divorcio difícil y doloroso.
Nunca tuvimos hijos, nuestros trabajos no nos dejaron tiempo para ellos y tampoco tuvimos necesidad de tenerlos.
Mi ex marido pertenecía a una familia adinerada de la ciudad, nos conocimos en mi lugar de trabajo, un café de cortesía, un vino después de trabajar y alguna cena en fin de semana, nos llevaron a una relación sentimental que desembocó en matrimonio.

Me casé muy enamorada hasta que poco a poco fuí descubriendo la verdadera personalidad de mi marido y su familia.
Al cabo de unos años, no muchos me decidí a poner fin a una relación, con un divorcio más que sonado y con algunas consecuencias colaterales, como mi despido injustificado del trabajo.

Cerca de esa edad maravillosa y maldita a la vez me encontraba ante un nuevo comienzo. Asimilé mi nueva situación y comencé una nueva etapa, llevando algunos cambios a cabo.
Me puse unos vaqueros, unas bailarinas y me solté el pelo.
A mi edad me sigo saltando normas, me gusta hacerlo, vivo por y para mi, he vuelto a creer en las personas pero con cautela, he aprendido lecciones.
Sigo teniendo ese punto rebelde que tanto me gusta y lo mejor de todo sigo teniendo ilusiones.


jueves, 4 de agosto de 2016

DALE CAÑA Y COMIENZA TU HISTORIA...

Toda gran aventura comienza con un SÍ...

Cuando sabes y tienes claro todo lo que te mereces, sólo tienes que repetírtelo cada día, tu eres tu vida, eres tu centro, no dejes que terceras personas o situaciones ajenas te hagan creer lo contrario, ni bloqueen tu camino.

Busca aquello que te hace feliz, se acabó pensar en otras cosas antes que en ti mismo, tratate como la prioridad que eres, no como una opción.

Busca estar bien las 24 horas del día, sin pensamientos negativos.
Que no te tiemble el pulso sí tienes que mandar a alguien o algo a la mierda.

El cambio debe empezar por ti y aunque al principio te asalten dudas y te resulte extraño, seguro que después lo agradecerás, sabes por qué?
Por qué es en ese momento cuando comienza tu historia.

A mi siempre me asaltan dudas antes de iniciar algo nuevo, bueno exactamente no son dudas sino más bien miedos. 
Creo que me hago demasiadas preguntas que no tienen respuestas.
Así que esta vez me lanzo al vacío, sin protección, sin cuestiones y sin miedos, he encontrado una vocación que me gusta y creo que voy por el camino correcto, para hacer realidad mis sueños.
Por fin me he atrevido a hacer algo que me llena, me gusta, por lo que voy a seguir adelante en esta aventura de contar historias.


 

miércoles, 3 de agosto de 2016

AMIGOS...

Los años me han enseñado a diferenciar a los amigos de los conocidos, quién llega a tu vida para quedarse y quién lo hace para enseñarte lecciones.

He aprendido que no es mejor amigo aquel que te aplaude en los triunfos, sino aquel que se mantiene a tu lado en los fracasos.

Amigo es aquel que a pesar de todos tus defectos siempre te encuentra alguna virtud para quedarse a tu lado, es aquel que sí te caes y tardas en levantarte se tumba a tu lado para levantarse contigo.

Amigo es aquel que aún sabiendo que quieres estar sólo, jamás te deja caminar en solitario. Es aquel que sabe como te sientes con sólo mirarte, es aquel que te escucha y te abraza cuando estas roto por dentro y sonríes por fuera.

Un amigo es aquel que aún estando en la distancia infinita te acompaña con el corazón, con el alma. Es aquel al que silbas cuando le necesitas y acude a tu llamada cuando los demás huyen de tu lado. 

Amigo es aquel que te da sin pedir, el que te sostiene cuando estas a punto de caer.


El 40% escondido, la otra cara de las vacaciones.

En el último mes nos bombardean con datos sobre turismo, sobre los llenos en las playas, en los hoteles, sobre cuanto gastarán los españoles en las vacaciones. Al parecer este año un 60% de la población española sale o saldrá de vacaciones.

Pero nadie habla del 40% que no puede salir ni siquiera una semana fuera de su ciudad, al parecer en verano se olvidan de ciertas estadísticas, de aquellos españoles que siguen padeciendo las consecuencias de una crisis que dura demasiado aunque sigan intentando convencernos de lo contrario.

Una crisis que ha llevado a miles de españoles a vivir en situaciones extremas y precarias, a perder su trabajo, su hogar, su familia, a acudir a comedores sociales, a albergues sociales y muchos de ellos al suicidio, estos porcentajes no los publican, crean alarma social y no interesa.

Una crisis que ha llevado a muchos a pedir limosna y a los que intentamos ignorar pensando que así el problema es menor o nos queda muy lejos.
Nos hemos acostumbrado a huir de nuestra realidad, de lo que tenemos cerca y no queremos ver, tal vez esperamos que otros nos solucionen los problemas mientras nosotros intentamos arreglar los ajenos.
Y lo peor de todo es que nos estamos acostumbrando a esta situación.



martes, 2 de agosto de 2016

COLECCIONISTA DE MOMENTOS

Desde hace algunos años parece que se ha puesto de moda no tener tiempo, el trabajo, los estudios, el gym, los niños, la casa, etc, son la excusa perfecta para no dedicar tiempo a los amigos e incluso a nosotros mismos.

Hemos perdido las buenas costumbres de compartir un café a media tarde, una cerveza en buena compañía, una tarde de cine y palomitas o un rato de conversación mientras paseamos.

Digo que está de moda, por que parece ser que si dispones de este bien tan poco preciado estas desfasada y obsoleta e incluso eres o pareces un poco "ñoña".

Nos hemos aferrado demasiado a lo material, dinero, coches, joyas, relojes y todo aquello que nos dé un status social.
No somos conscientes de que todo eso no es más que un modo de etiquetarnos y compensar os por la carencia de tiempo.

Yo siempre he sido muy de contacto, de abrazos, de besos, de caricias, de mirar a los ojos mientras hablo y comparto un café o una cena.

Creemos que los regalos materiales son importantes, que cuanto más caros son, más nos quiere aquel que nos obsequia con él.

Yo prefiero regalar cenas preparadas a medias en casa, un café a media tarde con galletas recién hechas y bizcocho recién horneado. Me gusta regalar tardes de sofá con películas y palomitas disfrutando de buena compañía y tener la sensación de estar haciendo un gran regalo y a la vez lo estoy recibiendo.
Esos momentos compartidos son siempre recordados con una sonrisa.

Me gusta el olor a chocolate por que me recuerda a las tardes de invierno en casa, me gusta el olor a bizcocho en el horno por que me recuerda que mis sobrinos vienen a merendar a casa, el olor a palomitas a tardes de sábado viendo películas en blanco y negro.
Esos momentos no desaparecen nunca, siempre permanecen en nosotros de un modo u otro, unas veces más dormidos, otras más despiertos, pero siempre nos acompañan, por que esos momentos son nuestros.