miércoles, 15 de noviembre de 2017

¿Quién soy...!

Soy el resultado de mis miedos, emociones, de mis errores y decisiones equivocadas.
Soy quien nunca quise ser, el resultado de mis fracasos, pero sobre todo de aquellos sueños que nunca se llegaron a cumplir.
Cuando era un niño siempre me preguntaban que quería ser de mayor, nunca lo supe, quizás en mi interior pensaba como John Lennon, "yo de mayor quiero ser feliz". Nunca lo he conseguido, siempre hubo y hay algo que me impide hacerlo.
Siempre fui un niño atormentado por complejos y miedos infundados, unos kilos de más y unas gafas que me hacían ser algo retraído, complejos que lejos de mitigar en casa, me los recordaban continuamente, sobre todo mi madre, una mujer autoritaria a la vez que sutil, de un modo u otro siempre tenía la palabra correcta para resaltar mis defectos y complejos, para recordarme que no era como los demás, nunca lo fui, nunca quise serlo.
Siempre estuve a la sombra de una hermana, menor que yo, pero que representaba y sigue representando a la hija ideal, un tanto tímida en su infancia que escondía un carácter fuerte que fue desarrollando con el tiempo.

Reconozco que siempre he sido algo desastre, que nunca supe ni sé exteriorizar sentimientos, tal vez nunca me enseñaron ha hacerlo, tal vez por miedo, tal vez por vergüenza, pero sobre todo por un sentido del ridícula que me sigue acompañando a mis cincuenta años de edad, me siento inseguro y eso me hace vulnerable.
Tal vez por eso me he perdido grandes momentos, incluso,he llegado a perder grandes oportunidades de amar, una inseguridad que al final me llevaron a volverme demasiado conformista.
Nunca quise ser un mediocre, pero con el tiempo me he convertido en eso, en alguien que puede pasar desapercibido y que seguramente nadie echaría de menos si algún desapareciera, me he convertido en todo aquello que nunca quise ser.
Los miedos o tal vez el qué dirán siempre me han condicionado y ha quedarme en un segundo plano, un lugar discreto, por si me equivoco que no se note demasiado.
Me asusta el protagonismo, me asusta todo aquello que es o pueda ser nuevo, todo aquello que no puedo controlar, los cambios cambios bruscos o más bien los cambios en general, prefiero las rutinas, todo lo que pueda tener al alcance de mi mano, lo demás me produce una ansiedad incontrolada que me lleva a estados de melancolía y de pánico insospechados.

Con el tiempo lejos de superar miedos, he ido adquiriendo algunos nuevos, que me llevan a imaginar situaciones que tal vez nunca sucedan, pero el hecho de vivirlas en mi cabeza me dan tanto pavor que me llevan a llantos difíciles de controlar, es ahí cuando toco fondo.

Hace tiempo que no sonrío, no me sale y apenas hablo con nadie, no porque no tenga nada que decir, sino por qué no creo que haya nadie para escucharme, no creo que todo aquello que pasa por mi mente sea de un interés tan especial como para que alguien se pare a escucharme.
No sé si hay alguien que quiera o pueda ayudarme, no he pedido ayuda, no sé cómo se hace, he estado tan ocupado salvando a otros y complaciendo sus necesidades que me olvidé de mi.

Yo que siempre he tendido manos, ahora no tengo ninguna a la que agarrarme.

Me mantengo en pie a duras penas, me tambaleo hacia un lado, hacia otro como esos juguetes infantiles, pero no encuentro la dirección correcta, solo no puedo hacerlo.

Hoy no he tenido miedo, mientras veía como ese camión venía hacia mi, sin poder hacer nada por esquivarlo, no he cerrado los ojos, hoy me he enfrentando a la realidad, he visto como mi vida terminaba en el preciso momento que ese gigante me deslumbraba con sus luces.


"No te duermas, no cierres los ojos, ¿puedes oírme?, ¿cómo te llamas?. Háblame, te vamos a sacar de aquí te lo prometo, pero no te duermas, aguanta unos minutos más y te sacaremos de aquí."
Escucho esa voz una y otra vez, pero no me salen las palabras, no tengo fuerzas para responder, quiero decirle que me llamo Fernando y que tengo frío, mientras en mi cabeza resuenan sirenas y ruido, mucho ruido, no sé qué ha pasado, ni dónde estoy.
Obedezco y hago todo lo posible por no cerrar los ojos, lo conseguiré, si ellos me lo piden lo haré, estoy acostumbrado a obedecer. Hay más voces que no lo logro entender entre tanto ruido, pero la que retumba en mi cabeza es la de alguien pidiendo que no me duerma.

"Lo estás haciendo muy bien, sigue así, ya queda poco, en cuanto hagamos un par de cortes más te sacaremos y te llevaremos al hospital."

Escucho motores, mientras sigo con los ojos en blanco, pero,abiertos, no veo nada, solo luces intermitentes, creo que me voy a desmayar, no aguanto más, de repente he sentido que mis piernas se liberaban, ya no pesaban tanto, me han cogido a la voz de "tres" y me han tumbado en algún sitio, tal vez el suelo, tal vez una camilla, no lo sé, pero es algo duro que me da sensación de alivio, me siento un poco más cómodo y menos asustado, pero sigo teniendo frío, mucho frío.

"Deprisa, debemos parar esa hemorragia o se nos va, no hemos llegado,hasta aquí para perderlo, lo estabilizamos y lo subimos a la ambulancia."

 Ojalá me digan que puedo cerrar los ojos, estoy cansado, ellos corren, tiene prisa, pero no sé por qué, mientras tanto yo pienso en ella, en Luisa, esta mañana le he pedido el divorcio mientras desayunábamos, ya no la quiero, nunca la he querido.
Supongo que alguien la llamará para contarle lo sucedido, no creo que acuda en mi ayuda, estaba tan dolida, no irá a donde quiera que me lleven, me abandonara a mi suerte, al fin y al cabo yo siempre la abandoné a la suya, tal vez si muero ni si quiera acuda a darme el último adiós.

Hemos debido llegar al hospital, la ambulancia se ha ha parado y ya no suenan las sirenas.
Escucho de nuevo la voz que me hablaba antes de subir de ella, " muy bien, los has hecho muy bien, ya hemos llegado, te dije que te sacaríamos de allí y te pondríamos a salvo, lo hemos conseguido, eres fuerte, saldrás de esta. Hemos llegado al hospital."

Es lo último que he escuchado antes de dormir, me han dejado hacerlo tras sentir un leve pinchazo en mi brazo, no he podido aguantar mis ganas de cerrar los ojos, esta vez nadie me ha dicho lo contrario, así que me he entregado a los suaves brazos de Morfeo.

Ya saben cómo me llamo, una voz tranquilizadora me ha deseado dulces sueños, tras decir mi nombre.
Mis ojos están cerrados, creo que duermo, pero mi cabeza sigue despierta, piensa, es como si mi cerebro funcionara al margen del resto del cuerpo, ya no tengo frío y me siento bien, estoy tranquilo y sigo pensando.
Alguien entra en la,habitación, me toma la temperatura y el pulso y se asegura que estoy estable, quiero decirle que estoy bien pero una vez más no encuentro las fuerzas suficientes para poder hablar.

"Está estable y tranquilo, consiguieron estabilizarlo,antes de traerlo al hospital, temieron por su vida, pero creo que saldrá adelante, es fuerte y valiente, le hemos inducido al coma, las próximas cuarenta y ocho horas son cruciales, pasado ese tiempo le despertaremos y comprobaremos que el daño cerebral no ha tenido mayores consecuencias, te mantendremos informada, las piernas hemos conseguido salvarlas, por momentos temimos que tal vez tuviéramos que amputarlas.
Te hemos llamado porque no dejó de balbucear tu nombre antes de dormirse y eras su última llamada en el teléfono móvil, aún no sé cómo tenía fuerzas para llamarte, ha perdido mucha sangre.
Ni siquiera sé quién eres Silvia, pero puedo asegurarte que debes ser alguien muy importante para él."

Silvia, Silvia, Silvia..., ella es Silvia, mi mejor amiga, mi confidente, hablaba con ella por teléfono cuando esas luces y aquel ruido ensordecedor venían de frente a mi coche.
Iba hacia su casa para contarle todo lo sucedido con Luisa por la mañana y mi intención de comenzar una nueva vida, la que siempre quise tener, la que siempre he tenido escondida."


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