El mundo explota mientras cerramos los ojos para no ver sus heridas y nos tapamos los oídos para no escuchar sus gritos de dolor.
El mundo grita y le tapamos la boca.
El mundo sangra y nosotros miramos hacia otro lado.
El mundo se muere, naufraga en sus propias lágrimas, mientras entonamos cantos de mea culpa y nos damos golpes en el pecho.
El mundo agoniza, el mundo pide auxilio, el mundo se derrumba a nuestros pies y no hacemos nada por mantener el equilibrio.
El mundo se muere de miedo, de dolor, pero sobre todo de indiferencia.
El mundo muere por nosotros y nosotros no hacemos nada por salvarlo.
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