domingo, 22 de octubre de 2017

Café solo con los desamores del pasado

De vez en cuando me gusta pasear con aquellos que fueron mis desamores o amores del pasado, llamadlos como queráis, pero lo que sí está claro es que para llamarlos desamor, primero han tenido que ser amor y para que sean pasado, tienen que haber sido presente, con una pincelada de futuro, a veces me resulta estrictamente necesario reencontrarme con ellos.


Es entonces cuando decido pasear entre los recuerdos que llevaron a que aquellos amores fracasaran y el porqué.

Nunca llego a la misma conclusión unas veces me veo culpable y otras culpo a la otra parte, depende del día o del momento, pero ya no discuto, mientras lo hago me gusta tomar un café en alguna terraza tranquila, a ser posible de barrio, en esas que saben que te gusta el café solo con sacarina y un pincho de tortilla y no hace falta que lo pidas, el camarero te ha visto sentarte y ya viene hacia la mesa con ese pequeño capricho casi diario, por no decir diario.


A veces es necesario sentarse frente a frente con aquello que nos llevó al fracaso, o quizás enfrentarnos con aquello que en ese momento pensábamos o creíamos que habíamos hecho mal, pero resulta que el tiempo te dice y te demuestra, que no fue un error, que era la decisión apropiada para esa circunstancia.

Tendemos a llamar error a todo aquello que un momento dado nos ha lastimado, en el fondo, nos gusta sacar esa víctima que todos llevamos dentro, y en cuanto a males de amores todos hemos sido víctimas alguna vez.


Es necesario tomarse un café en solitario con aquellos recuerdos, no para sumirnos en un estado de melancolía, sino para darnos cuenta de todo lo que somos capaces de superar y soportar y que nos hizo salir fortalecidos, aunque en ese momento, creímos morir y que no seríamos capaces de volver a levantarnos.

Nos viene bien recordar aquellas lágrimas que hemos sido capaces de secar y aquel corazón roto, que hemos sido capaces de recomponer, cuando pensábamos que nunca más podríamos amar.


Claro que se puede volver a amar, pero no de igual manera, porque cada amor es diferente, unos más intensos, otros menos, pero todos queramos o no, forman parte de la historia de nuestro corazón, ese pequeño héroe lleno de cicatrices y tatuajes que lo hacen diferente a los demás.


Nos viene bien escuchar aquellas canciones que un día compartimos y que ahora no nos importa volver a escuchar y si es necesario bailarlas a solas.

Nos viene bien sentarnos en aquellos bancos donde un día nos cogieron por primera vez la mano y darnos cuenta, que no tienes miedo a volver a empezar, esta vez a solas.

De vez en cuando, me siento con el recuerdo de mis desamores y me repito, "ves como si podías volver a hacerlo".



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