martes, 29 de agosto de 2017

Frente a mí soledad

Nos hemos sentado frente a frente, con un café solo como compañía y un cigarrillo humeante en el cenicero.

"Ya no fumo, me ha dicho, pero me sigue gustando el olor a tabaco."


Tenía poco que contarme, la verdad que yo tampoco tenía mucho que decirle, pero a veces basta mirar a alguien a los ojos para saber cómo le va la vida.

He visto tristeza, a la vez que algo de esperanza, se ha olvidado de sonreír y le cuesta mirar de frente.

Se ha vuelto desconfiada y algo huraña, quizás la edad, quizás la puta vida, quién sabe.


Dice que cada tarde se sienta aquí, a esperar a quien le dijo que volvería para buscarla, dice que toma café para no dormirse, y que enciende el cigarro para que sepa dónde encontrarla, siempre acudía, al café recién hecho y al olor del tabaco.


Dice que a pesar de los años sin verse se siguen queriendo, que la vida les puso a prueba para que supieran lo que era amor de verdad.

Dice que no hay distancia que separe corazones, aunque separe cuerpos y que a veces la distancia la usamos como excusa para no hacer aquello que no nos atrevemos.

Dice que no se muere de amor, pero si de desamor, de pena, de ignorancia y de dolor.

Dice que hay días en los que puede escuchar su voz y sentir su olor, y que incluso hay días que parece verle caminar.

Dice que hay días que parece volverse loca, pero es en esos días junto a un café y un cigarrillo sin fumar se siente más cuerda que nunca.


Dice que hay días que alguien se sienta frente a ella, la mira y no dice nada, pero se siente reflejada en su mirada y en sus gestos.


Hoy ha sido uno de esos días, nos hemos encontrado, nos hemos mirado y sin decirnos nada hemos compartido café y tabaco, ella se ha tomado mi café mientras yo me fumaba su cigarrillo.



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