miércoles, 17 de mayo de 2017

No nos hacemos viejos, nos hacemos sabios.

El día que cumplí los cuarenta, todos se empeñaban en repetirme que tenía que pasar por una crisis, al parecer es obligatorio pasar por una al cumplir esa edad.

Lejos de plantearme una, me di cuenta que sencillamente cumplía una etapa de mi vida y comenzaba otra, comenzaba la segunda mitad de mi vida, según parece tenemos una media de vida de unos ochenta años.

Estoy a punto de cumplir alguno más de los cuarenta y debo decir que aún no he pasado por la temida crisis, créanme sí les digo que lo pase peor el día que cumplí los dieciocho, ese día en que piensas que vas a comerte el mundo y te das cuenta que el mundo no se come.

Es cierto que a partir de los cuarenta he vivido situaciones muy intensas, una ruptura amorosa que marcó un ante y un después, un despido laboral, un cambio de ciudad, el darme cuenta que el amor de mi vida sigue siendo el mismo, regresar a mi ciudad y hacer realidad un sueño, publicar mi primer libro.
Ah y correr medias maratones, algo que con veinte años jamás me plantee.

A partir de esa edad he aprendido a valorar y disfrutar mucho más todo lo que hago y por supuesto lo que tengo.

Mi familia, una familia pequeña pero muy unida, sigo teniendo a mis padres conmigo, sólo con eso ya soy feliz cada día.

Mis amigos, pocos pero bien avenidos, esos que siempre están en las duras y en las maduras, de los que sí hay que reír se ríe y sí hay que llorar se llora, de ellos he aprendido grandes lecciones.

Disfruto de pequeños placeres, un café en buena compañía y a veces en solitario, hace unos años me horrorizaba entrar sola en una cafetería, los años me han ayudado a superar miedos, también me han traído otros.

Una tarde de domingo, de esas de sofá y un buen libro, de una mediodía de vinos con los amigos que se alargan hasta altas horas de las tardes.

Y de mis paseos en soledad, reconozco que he aprendido a tener momentos para mi, de soledad elegida me gusta salir a pasear en solitario, unas veces con música otras sin ella, pero siempre dispuesta a conocerme un poco más, porque lo crean o no, aún me sigo conociendo, ¿no les ha pasado que en ocasiones nos preocupamos por conocer a los demás, cuando nosotros mismos somos unos grandes desconocidos?

Pues eso, que a unos días de estar más cerca de los cincuenta que de los cuarenta, voy a cumplir cuarenta y seis, vivo de otro modo, ni mejor ni peor, pero sí veo la vida desde otra perspectiva, que no sé sí es cierto eso que dicen que las mujeres somos como el buen vino, que mejoramos con los años, en cierto modo me da igual, que me quiten lo bailao.

Yo llevo unos días recordándome una frase que me encontré hace unas semanas en una furgoneta, "No nos hacemos viejos, nos hacemos sabios."


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