martes, 20 de septiembre de 2016

MI VIDA CONTIGO, PERO SIN TI...

Mi nombre es Nadia y cada 9 de septiembre comienza, mi vida contigo, pero sin ti...

Conocí a Jota en el instituto, compartíamos mesa, él en el turno de noche y yo en el de la mañana. Comenzamos a dejarnos mensajes en aquella mesa. Yo leía los suyos al llegar por la mañana y Jota los míos por la tarde.
Al principio eran mensajes sin trascendencia ninguna pero poco a poco se fueron convirtiendo en párrafos cada vez más largos y más íntimos, esos mensajes se comenzaron a llenar de sentimientos. Un año estuvimos escribiendo en aquella meda sin vernos, sin conocernos, pero cada vez más adictos el uno del otro. Tal vez ninguno de los dos nos atrevíamos a conocernos en persona, a poner cara a quien dejaba aquellos mensajes, hasta que una mañana en uno de aquellos mensajes Jota me propina una cita.
Nos veríamos  ese viernes por la tarde, antes de comenzar las clases del turno de noche, Jota llevaría una rosa blanca en su mano y yo una bufanda roja alrededor de mi cuello.
Así comienza una historia de amor que a pesar de nuestra juventud se fue afianzando durante los años siguientes.



Trece años estuvimos compartiendo vivencias, caminos, alegrías, tristezas y muchos planes, unos se cumplieron, otros no pudieron cumplirse, la vida de Jota terminó un 9 de septiembre, una larga y terrible enfermedad, lo apartaba de mi para siempre.
Aquel 9 de septiembre comienza mi vida contigo, pero sin ti...
He llevado a cabo viajes, aventuras y planes que nos quedaron por hacer juntos, he repetido algunos de nuestros mejores momentos, cenas, tardes de cine, momentos de sofá, escapadas, todo ello con Jota, pero sin Jota.
He descubierto nuevos lugares y los he compartido con él, pero sin él.


Sigo manteniendo algunas de nuestras costumbres, sólo aquellas que nos gustaban, como cenar en Atrio, nuestro restaurante favorito, sigo ocupando la misma mesa cada primer viernes de mes.


Sigo viendo Desayuno con Diamantes acompañada de una tarrina de helado de chocolate y sigo comprando tulipanes.
Organizo escapadas cortas y por sorpresa a Portugal y sigo dando largos paseos por los rincones con encanto de Cáceres. Me sigo emocionando con Elegir un Amor y no me canso de escuchar a Roxy Music. Y por supuesto una vez al año viajo a Nueva York.
Todo ello siempre acompañada de mi zafiro azul, aquel que Jota me regaló el día que me pidió matrimonio, lo llevo junto al reloj que yo le regalé aquel mismo día. Todo en la mano izquierda, la mano del corazón, el que me mantiene unida a Jota para siempre.



Los sábados quedo con María, mi mejor amiga para desayunar. Ella continúa escuchándome como si nunca lo hubiera hecho, pone cara de sorpresa, aunque le cuente mi vida cientos de veces, me sigue animando a seguir adelante, a sonreír y llora conmigo si es necesario.
Cada 9 de septiembre ella me acompaña a visitar a Jota, se mantiene en silencio, me mira y cuando cree que ya hemos pasado el suficiente tiempo con él me toma del brazo y caminamos juntas de regreso a casa.
A pesar del tiempo pasado sigue siendo uno de los días más difíciles del año. Sin embargo cuando termina mi visita a Jota me encuentro llena de energía para afrontar otro año más sin él.
Mis años ya no comienzan el día 1 de enero, lo hacen el 9 de septiembre.
No es fácil mantener vivo el recuerdo de alguien a quien has amado tanto y que la vida te ha arrebatado, cuando aún nos quedaban muchos planes por hacer y muchos sueños por cumplir.
Aquel 9 de septiembre, le hice una promesa a Jota, todo aquello que teníamos planeado y no pudimos llevar a cabo juntos, lo realizaría y mantendría vivo su recuerdo por siempre.
No ha sido fácil a veces, pero aferrada a la fuerza que me transmite he conseguido mantenerme en pie.


Aquellos mensajes y nuestros encuentros cada vez más seguidos, nos llevaron a iniciar nuestro noviazgo. Era el último año de instituto, después vendría la universidad, Jota se marcharía a Sevilla a estudiar, yo no tenía necesidad de viajar para continuar mis estudios. Aquellos años no fueron fáciles, la distancia es difícil de llevar, pero entre escapadas y vacaciones conseguimos mantener viva nuestra historias.
Terminados nuestros estudios comenzó nuestra etapa laboral, Jota fue el primero en encontrar un trabajo, por lo que comenzamos a forjar nuevos planes de futuro, formar un hogar, una familia, compartir, nuestros días y por supuesto nuestras noches.
Teníamos muchos planes, volver a París, hacer de nuevo el Camino de Santiago, escaparnos a Portugal y volver juntos a Nueva York, todo ello apuntado en una lista de deseos. Además de organizar una boda para compartir nuestro amor con todos aquellos que habían visto crecer nuestra historia.

Fue ese mismo año de deseos por cumplir y planes por realizar, cuando Jota comenzó a sentirse mal, tras varias pruebas nos confirmaron el peor de los resultados, un cáncer se había adueñado de él. 
No teníamos demasiado tiempo, en realidad no lo teníamos, cuando realmente lo necesitas se escapa demasiado rápido.
Luchamos juntos por salir adelante, ganamos algunas batallas, pero la más crucial la perdimos, el cáncer había ganado la guerra.
Aquel día decidí muchas cosas, hice promesas y también me quedé sin apenas sueños, rota por el dolor y embriagada por la emoción de sus compañeros de tuna al cantar Algo se muere en el alma, decidí que continuaría mi vida con Jota, pero sin Jota...


1 comentario:

  1. Espero algún día poder leer algo tuyo. Me encanta tu forma de escribir. ¡Mucha suerte y espero poder tener en mi blog una reseña tuya yayaya!

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